En cualquier disciplina, la llegada de lo digital es un augurio de cambios inminentes. No basta con decir que todo se simplifica, ya que la digitalización viene siempre acompañada de grandes progresos. De hecho, lo único que sigue siendo “complicado” es elegir la mejor tecnología o, al menos, la que mejor se adapte a nuestras necesidades y presupuesto.
Las cámaras fotográficas digitales han seducido a todos los bolsillos desde que los precios se situaron por debajo de los 100 €. Con estos precios ya se pueden encontrar modelos equipados con un sensor de 4 megapíxeles, más que suficiente para conseguir una muy buena calidad de impresión en formato A4. Estos pequeños aparatos, denominados “compactos”, generalmente no disponen de zoom óptico.
En realidad, su función de zoom es similar a la de un programa de retoque fotográfico: aumenta una zona en detrimento de la calidad. Las compactas más evolucionadas disponen de un zoom óptico (3x o 4x) y de un sensor de 5 megapíxeles, o más, que garantizan una calidad óptima. Además, empiezan a disponer de un estabilizador de imagen que reduce considerablemente los desenfoques producidos al usar el zoom o cuando hay poca luz. Un peldaño más arriba, las “bridge” son un poco más grandes y están destinadas a un usuario más experimentado. Disponen de un potente zoom óptico, generalmente de 10x o 12x, con un estabilizador de imagen. Además de los modos automáticos y preprogramados, las bridge permiten un control manual completo. El primer puesto de las cámaras digitales lo ocupan las “réflex”, que se caracterizan por un enfoque óptico, directamente a través del objetivo, y por el famoso paso universal de 24×36. Estos imponentes aparatos albergan un sensor de gran tamaño y más sensible. Los objetivos de las réflex son intercambiables y sus ajustes están muy avanzados. Las imágenes que proporcionan son de tal calidad que han cautivado a los últimos seguidores de la fotografía tradicional.
En lo referente a las videocámaras, los precios también han bajado considerablemente y podemos hacernos con una a partir de 250 €. Como ocurre con las cámaras fotográficas digitales, en el ámbito de las videocámaras intervienen tanto la resolución como el zoom, pero con magnitudes diferentes. De esta forma, para una videocámara, un sensor de 800.000 píxeles proporciona una buena calidad de grabación. Cabe destacar que las videocámaras Tri-CCD disponen de un sensor para cada color básico (rojo, verde y azul) para proporcionar una calidad óptima, incluso en caso de mala iluminación. Aunque la mayoría de las videocámaras graban en formato 4:3, también existen algunos modelos compatibles con el formato 16:9.
Si desea utilizar su videocámara a modo de cámara de fotos, deberá disponer de un sensor de mayor resolución, así como de una tarjeta de memoria. En lo referente al zoom óptico, varía de 10x a más de 20x según el modelo y la gama de precios. Para grabar con las mejores condiciones posibles, es importante disponer de una pantalla LCD de grandes dimensiones, orientable y luminosa. Dejando a un lado estas características comunes, las videocámaras pueden dividirse en tres categorías dependiendo del soporte de grabación. Los modelos de cinta “miniDV” suelen ser los más asequibles, pero el uso de una cinta implica invertir una cantidad de tiempo importante en rebobinar y borrar. Con el soporte “DVD 8cm”, se pueden visualizar los vídeos directamente en un ordenador o en un reproductor doméstico. Los accesos son rápidos, pero los soportes caros y el tiempo de grabación limitado. Las videocámaras con “disco duro” son bastante interesantes por su acceso y borrado inmediatos y por su gran capacidad de grabación. Tal y como ocurre con las cintas MiniDV, será necesario guardar las películas en un DVD tarde o temprano. Finalmente, al adquirir una videocámara, recomendamos incluir en el presu puesto una segunda batería.